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15 y sus pies brillaban como el bronce que se funde en el fuego y luego se pule. Su voz resonaba como enormes y estruendosas cataratas. 16 En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una espada delgada y de doble filo. Su cara brillaba como el sol de mediodía.

17 Al verlo, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, y me dijo:

«No tengas miedo. Yo soy el primero y el último,

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